Volver a aprender
Reflexiones desde una pequeña crisis creativa en las calles de Barcelona
Un archivo lleno, pero sin alma
He revisado mi archivo de los últimos tres meses y, en cuanto a número de carretes disparados, ha sido uno de los periodos más productivos que recuerdo. Pero, a nivel fotográfico, no siento que haya sido especialmente bueno.
En abril y mayo creí estar encontrando mi estilo. Volvía a conectar con lo que fotografiaba, sentía algo al mirar mis propias fotos. Pero mantener esa línea de satisfacción constante es más difícil de lo que pensaba. Cuando en un mes logras hacer tres o cuatro fotos que realmente te llenan, es fácil ilusionarse y esperar repetir ese nivel mes tras mes. Pero no funciona así.
En abril pude escapar a la montaña y disparé un carrete de Kodak Tri-X (que sobre-revelé, provocando un grano muy gordo). Puede que sean las mejores fotos que he hecho este año. Pocas veces me escucharéis hablar bien de mis propias imágenes, pero realmente pasó algo ahí: estaba inspirado y conseguí esa mezcla perfecta de composición y emoción que siempre estoy buscando.
Las calles llenas… y las ganas de volver
Últimamente veo mucha más gente haciendo Street por Barcelona. Cada vez me cruzo con más cámaras por la calle, más gente atenta a lo que pasa a su alrededor. Y aunque intento no compararme, esa presencia me recordó lo mucho que echo de menos salir a fotografiar así, sin expectativas, solo por el hecho de mirar.
Hace poco participé en el Photowalk organizado por Dubblelab y Cinestill, y fue una de esas experiencias que te sacan del bloqueo. Compartir referencias, hablar con otros fotógrafos y fotógrafas, ver cómo trabaja cada uno… me dio ganas reales de volver a salir. Me devolvió cierta urgencia.
Siempre he considerado el street como una forma de entrenamiento. Un ejercicio que te obliga a estar presente, a mantener viva la práctica. Quiero volver a recuperar esa soltura que tenía hace tiempo. Pero lo que no se practica, se pierde.
Así que decidí salir de nuevo, después del trabajo o los fines de semana, por las calles de mi Barcelona.
Disparado con Portra 160
Los errores de siempre…
Pero cuando dejas algo durante un tiempo, no vuelves al mismo punto. Tuve que disparar varios carretes solo para volver a entender cómo moverme, cómo mirar. No digo hacerlo bien, solo volver a conseguir alguna foto que me convenza.
Sigo cometiendo errores muy básicos: disparar desde la espalda, no acercarme lo suficiente, centrar siempre al sujeto… Y lo peor es que, aunque reconozco esos errores al revisar los Scans, vuelvo a caer en ellos. Me falta ese segundo extra de pausa, con el ojo en el visor, para recolocarme y hacer bien la foto. Confianza y tranquilidad. Hacer la foto que quiero hacer y no una foto aleatoria.
Estoy intentando ser más interactivo con la gente. Pedir permiso. Acercarme. Intercambiar alguna palabra antes o después de la fotografía. Pero me sigue costando romper la barrera de la cámara.
Un ejemplo claro: hace poco le pedí una foto a una pareja de chicos jóvenes. Me llamaron la atención, les dije que se veían muy bien juntos y que me gustaría retratarlos. Me dijeron que sí, sin problema. Pero me puse tan nervioso que lo que hice fue enfocar a la cara del chico y después se me olvidó reencuadrar la foto. El resultado: una foto totalmente descompensada. Y por eso creo que he de seguir trabajando en pedir fotos y así acostumbrarme y poder sacar mejores fotos una vez me dan el permiso.
Disparado con Cinestill 400D
Los últimos cuatro carretes que he disparado están llenos de errores. De fotos mal encuadradas, mal enfocadas, sin intención. La mayoría no funcionan. Pero también hay algunas que sí. Algunas que, sin ser perfectas, me recuerdan por qué sigo saliendo con la cámara.
En esta galería solo muestro las mejores. No por orgullo, sino porque son las que más se acercan a lo que busco. El resto también existen, claro.
Al final, esto va de seguir mirando. Incluso cuando cuesta.